Lo decía a
menudo, lo decía tanto y tan convencido, que le tomé cariño a la frase y la
acogí como una de mis favoritas.
Porque, es
casi a diario que el discurrir de los acontecimientos en mi vida y en lo que me
rodea, me indica que el amigo no estaba tan falto de razón como de problemas,
al igual que todos.
Ahora bien,
y dicho esto, es preciso aclarar que este amigo está lejos de tener, lo que
algunos pudieran considerar, una actitud pesimista; puesto que, "Le
buscamos la vuelta", era su otra frase, y la respuesta automática que daba
a cada situación, sabiéndose conocedor de que todo problema, tiene solución.
"Le
buscamos la vuelta" era la confirmación de que haría todo lo posible, todo
lo que sus capacidades y voluntad le permitieran, para dar solución al problema
existente. Y de no poder hacerlo solo, se uniría a los esfuerzos por lograrlo.
Pero también, significaba en ocasiones, que sencillamente no haría nada. Y se
convertiría en espectador y beneficiario de la preciada solución, una vez fuera
hallada.
Solo es
cuestión de tiempo, para que a cualquier problema le llegue una solución; y de
manera casi instantánea, aparecerá el nuevo problema que esta solución genera.
Cómo saber
si somos parte de la solución o del problema.
¿Acaso en
el círculo vibrante e interminable de la vida, se puede ser algo más que parte?
"Sé
agua, mi amigo", lo dijo Bruce Lee en una entrevista por allá los 70's,
donde con una cara de loco (y unas conocidas habilidades físicas) que
asustarían a cualquiera, se esforzaba por dejarle claro al mundo que provenía
de una cultura que era más que chistosos ruiditos, patadas y morisquetas.
Estamos en
2020, y como auguraba Bruce; China, convertido en un gigante comercial, está en
todos lados. Para algunos, eso es un problema.
Estamos hoy,
híper-conectados y súper-informados. Tenemos nueva pandemia. Esta vez en un
mundo con ciudades sobrepobladas, internet y teletrabajo. Y la tecnología sigue
avanzando, aparentemente más rápido que nuestras emociones, que parecen ser las
mismas dentro de los nuevos contextos.
Si las
emociones fueran parte de la vida, deberían ser compatibles con ella.
La arrogancia,
la ambición, el odio, la envidia, la vanidad, nos diferencian de las otras
formas de vida que habitan la tierra, estas emociones que, aunque no existen
para osos polares, o ríos, abejas y montañas; sin lugar a dudas, les afectan y
con ello nos afectan.
Pero también
tenemos, amor, bondad, humildad, comprensión, empatía…
Somos una
parte ínfima de algo con proporciones inimaginables. Ser parte de eso, es la
única opción que tenemos. Serlo, mientras podamos. O más pronto de lo que
debería estaremos fuera, flotando como una brillante gota de aceite sobre el
agua, que continuará fluyendo bajo nosotros.