que precioso puede ser el momento
en que te quedas callado.
ese momento que sin ser muy prolongado
te limitas a callar, es decir, hacerte el mudo.
solo hacerte, porque esos segundos de silencio
es muy probable que lo uses pensando
en lo que dirás mas adelante.
y luego no sabes para que,
si terminas diciendo exactamente lo contrario.
si es que cada vez que hablas
decir la verdad te cuesta.
entonces ¿para que hablar?
si no hablaras, yo tampoco hablaría.
la palabra cállate no existiría...
que dulce!
danzar, reir, besar
aplaudir, abrazar,
llorar,
hablarían por nosotros
cuan lenguaje universal.
no se nos atrofiaría la boca.
OH no, eso nunca.
Ya bastante útil que es lamer, comer, beber y retozar.
¿cuál sería la preocupación entonces?
definitivamente no sería el hacernos entender.
y allí,
alejados de todo el ruido,
que en vez de unirnos nos aparta,
podríamos por fín escuchar
a todo aquello que nos habla.
Edycel